miércoles, 12 de febrero de 2014

MARIE CURIE: ROMPIENDO MOLDES.

Romper moldes no es cosa fácil, mucho más si los moldes llevan intactos desde los más remotos tiempos. Marie Curie (de soltera, Maria Sklodowska) los rompió a pesar de tenerlo todo en contra: era mujer, era una emigrante de origen polaco en Francia y, por si esto fuera poco, tuvo la osadía de ser más inteligente, más capaz y más trabajadora que la mayoría de los hombres, en una época, la de principios del siglo XX, marcada por el desprecio a la capacidad intelectual de las mujeres. A pesar de todos esos inconvenientes, se le reconoció el mérito con dos Premios Nobel, el de Física en 1903 y el de Química en 1911.

El milagro de Marie Curie se fraguó a finales del siglo XIX, cuando la ciencia descubría una serie de fenómenos, tan inesperados y fascinantes, que rozaban con la magia.
En 1886Hertz demostró experimentalmente la existencia de unas ondas que viajaban a la velocidad de la luz, las ondas electromagnéticas.
En 1895Röntgen descubría otro tipo de radiación capaz de atravesar la carne y dejar a la vista los huesos. Tan extraños eran esos rayos que el científico decidió llamarlos con el nombre de una incógnita: rayos X.

Al año siguiente, Henri Becquerel decidió investigar las propiedades de ciertas sustancias fluorescentes. Utilizó unas sales de uranio, la expuso al Sol un tiempo y luego las envolvió con un trapo negro para demostrar que los rayos emitidos eran capaces de atravesar la envoltura y velar una placa fotográfica. Pero, durante unos días el cielo se nubló y Becquerel descubrió, atónito, que las sales de uranio no necesitaban ser expuestas al Sol para adquirir fluorescencia. Por sí solas, emitían unos rayos penetrantes de distinta naturaleza a los descubiertos por Röntgen.
A Becquerel le hicieron poco caso, tan poco que, después de un tiempo, decidió abandonar las investigaciones y dedicar su atención a otras cosas. Fueron Marie y su marido, Pierre Curie, los que se empeñaron en estudiar los misteriosos "rayos del uranio". No tardaron en descubrir que el uranio no era el único,el torio emitía también la misma radiación, pero lo más sorprendente fue descubrir que la emisión dependía exclusivamente de la cantidad de uranio o torio presente en la muestra y era independiente del compuesto químico que formaran. Llegaron a la conclusión de que el fenómeno debía estar conectado de alguna manera con el interior del átomo.
El matrimonio inició un conjunto de experimentos que culminaron con el descubrimiento de dos nuevos elementos, desconocidos hasta entonces: el polonionombre que se le dio en recuerdo de la patria de Marie y el radio. La radiación emitida por el radio era tan elevada que Marie Curie decidió llamar al fenómeno "radiactividad".

A partir de entonces, Marie se concentró en la obtención de radio metálico mientras que Pierre estudió las propiedades químicas, fisiológicas y luminosas de las emisiones radiactivas, que clasificó, según su carga, en positivas (rayos alfa), neutras (rayos gamma) y negativas (rayos beta).


Los esposos Curie fueron galardonados en 1903, junto a Becquerel, con el Premio Nobel de Física por el descubrimiento de la radiactividad. Ocho años más tarde, Marie recibió el Premio Nobel de Química en reconocimiento por los trabajos que le permitieron aislar el radio metálico, con lo cual se convirtió en la primera persona en la historia merecedora en dos ocasiones de dicho galardón.

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