Romper
moldes no es cosa fácil, mucho más si los moldes llevan intactos
desde los más remotos tiempos. Marie Curie (de
soltera, Maria Sklodowska) los rompió a pesar de tenerlo todo en
contra: era mujer, era una emigrante de origen polaco en Francia y,
por si esto fuera poco, tuvo la osadía de ser más inteligente, más
capaz y más trabajadora que la mayoría de los hombres, en una
época, la de principios del siglo XX, marcada por el desprecio a la
capacidad intelectual de las mujeres. A pesar de todos esos
inconvenientes, se le
reconoció el mérito con dos Premios Nobel, el de Física en 1903 y
el de Química en 1911.